Las emociones están presentes, aunque no se nombren
No importa cuánto queramos separarlas, las emociones nos acompañan durante toda la jornada: influyen en cómo interactuamos, en nuestra toma de decisiones y en nuestro nivel de motivación. Según el reporte 2025 de Gallup sobre el entorno laboral global, el 43% de los trabajadores en América Latina experimenta altos niveles de estrés durante su jornada. Es decir, casi la mitad del talento enfrenta una carga emocional constante, que muchas veces se ignora.
Y aunque los porcentajes de enojo, tristeza o soledad puedan parecer bajos en comparación global, esto no necesariamente significa que haya menos emociones negativas. Muchas veces, en nuestras culturas organizacionales, expresar estas emociones está mal visto, lo que lleva a que las personas simplemente las oculten. Pero reprimirlas no las elimina, solo las vuelve invisibles... hasta que se manifiestan en ausentismo, falta de motivación o fuga de talento.
Liderar desde lo humano
La inteligencia emocional en el liderazgo ya no es opcional. Quienes gestionan personas deben ser capaces de reconocer emociones, validarlas y crear entornos donde sus equipos puedan sentirse vistos y escuchados. No se trata de romantizar el entorno laboral, sino de entender que la experiencia emocional es parte integral del trabajo.
Un liderazgo que promueve la empatía, la autogestión emocional y la conexión humana, construye equipos más resilientes, colaborativos y comprometidos. Y es ahí donde Recursos Humanos tiene una función clave: pasar de la gestión de procesos a la gestión del bienestar.
5 formas de liderar con inteligencia emocional
Si en tu organización hay señales de estrés elevado o desconexión emocional, estas prácticas pueden ayudarte a cambiar el rumbo:
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Abrir espacios de diálogo genuino
Preguntar “¿cómo estás?” y detenerse a escuchar la respuesta es más poderoso de lo que parece. Validar emociones en conversaciones cotidianas fortalece la confianza y el sentido de pertenencia.
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Formar líderes emocionalmente competentes
Capacitar en inteligencia emocional, empatía y liderazgo consciente permite que quienes están al frente de equipos gestionen desde lo humano, no solo desde lo operativo.
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Fomentar el autocuidado institucional
Iniciativas como pausas activas, mindfulness o desconexión digital deben integrarse como políticas, no como esfuerzos aislados. La salud emocional es responsabilidad de la organización, no solo del individuo.
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Redefinir el papel del estrés
No todo estrés es negativo, pero el estrés constante sí lo es. Revisar cargas laborales, dinámicas de urgencia y metas poco realistas es fundamental para prevenir el desgaste.
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Diseñar experiencias que conecten a las personas
Celebraciones, rituales y espacios informales fortalecen el vínculo emocional entre los equipos. La oficina no debe ser solo un espacio de producción, sino un lugar donde se construyen relaciones.
El valor estratégico de cuidar a las personas
Liderar con humanidad no significa ser menos exigente, sino más consciente. Una organización emocionalmente inteligente es más capaz de retener talento, inspirarlo y alcanzar resultados sostenibles. Porque al final, no solo recordamos las metas alcanzadas, sino cómo nos sentimos mientras las perseguíamos.
¿Estás liderando con empatía o desde el piloto automático?
Responder esta pregunta puede marcar la diferencia entre un equipo que sobrevive y uno que florece.